Conectando el empleo con la profesión
¿De qué está hecha la profesionalidad? ¿Qué espacio ocupa el trabajo en tu vida? ¿Y el empleo? ¿Qué diferencia tu contribución profesional de la de otras personas con el mismo puesto? ¿Qué contextos permiten el máximo despliegue de tus competencias?
Estas son algunas de las preguntas que emergen en los programas y talleres sobre profesionalidad en los que participo. Las respuestas de las personas que durante años he ido conociendo en este tipo de espacios* son una fuente permanente de inspiración. Están en la base de esta propuesta. Además, el enfoque se nutre también de teorías y metodologías complementarias. Las aportaciones de la Teoría U, la perspectiva feminista del trabajo y los Roles de Equipo Belbin están presentes en el diseño e inspiran la intención última de cada intervención:
Superar la instrumentalización de las personas al servicio del mercado y alinear cada proceso de desarrollo profesional con el tránsito colectivo hacia un nuevo paradigma de trabajo.
El objetivo no es tanto describir el cómo, que es flexible y adaptable a cada colectivo. Sino aportar reflexiones sobre el por qué y el para qué de la propuesta.
* U. labs (2015-2019) son hubs locales de formación-acción promovidos por Presencing Institute.
Centramiento Profesional (2014-2016) y We Work (2017-2018) fueron programas dirigidos a personas desempleadas desarrollados en el marco de un servicio público de empleo local.
Biografías Profesionales (2016 -2021) es un proyecto propio dirigido a público mixto.
Ni tener un empleo garantiza el desarrollo profesional ni el desempleo obliga a paralizarlo
Rechazar una oferta laboral, decidir voluntariamente poner fin a un empleo o permanecer proactivamente en el desempleo hasta encontrar la oportunidad profesional que buscamos, son decisiones poco habituales. Lo habitual es que el desempleo sea una imposición, la consecuencia de decisiones externas y un desafío diario para la resiliencia de quién lo enfrenta.
Desde esta vivencia, lo comprensible es intentar salir cuanto antes de ese territorio no elegido y volver al mercado laboral anterior. Es la táctica habitual, la que se impone cuando los recursos económicos no permiten otra opción o cuando las personas conocen el espacio profesional en el que quieren estar.
Pero en muchos casos, esto no sucede. Cuando las personas tienen dudas sobre si el mercado en el que estaban es el lugar al que quieren volver. O cuando la economía personal permite un tiempo de inversión, la salida inmediata no siempre es la opción de más impacto. Es por ello, que puede ser el mejor momento para el desempleo y hacer una inmersión en la profesionalidad. De igual forma, enfocar la siguiente etapa con más autoconocimiento, más herramientas y más recursos.
En la escala personal, el desempleo es transversal
El desempleo es mucho más que la ausencia de empleo. Casi siempre trasciende lo laboral. Pone en riesgo la autonomía económica, reduce los espacios de socialización y trastoca el reparto del cuidado dentro de las familias. Además, en muchas ocasiones, rebaja las expectativas personales, generando círculos peligrosos de pérdida de autoestima y autoconfianza.
El desempleo nos atraviesa la vida de forma transversal. Sin embargo, cuando pasamos al territorio de las políticas, herramientas y programas, casi siempre topamos con el pensamiento de silo. Además, los recursos disponibles para atender las ofertas de empleo, la formación técnica, las competencias personales, los ingresos económicos, la conciliación, la red profesional o la salud emocional, siguen estando en ventanillas separadas, desconectadas entre sí. Como ocurre en tantos ámbitos, la innovación necesaria y lo que marca la diferencia en el impacto de los programas, no es tanto la cantidad de recursos o de servicios disponibles, como la capacidad de interrelacionarlos y coordinarlos poniendo la transversalidad en el centro.
Comenzar en lo personal sin borrar el contexto
Entender la transversalidad y ayudar a cada persona desde su contexto personal no implica que los diagnósticos de empleabilidad comiencen y terminen en los conocimientos, competencias, motivaciones y méritos individuales. Cada situación de desempleo es también la consecuencia de múltiples decisiones externas en todas las escalas. Desde las políticas económicas decididas por los gobiernos, a las estrategias empresariales. Pasando por la coyuntura económica, las reformas laborales, la transformación del tejido productivo y los cambios en el mercado de trabajo.
Entender las interrelaciones y el contexto en el que las personas entran en el desempleo es imprescindible para evitar análisis parciales o discursos individualistas. Estos, consciente o inconscientemente, parecen transferir a cada persona la responsabilidad total en la salida de su situación mediante estrategias individuales, formativas o motivacionales.
La profesionalidad sumergida
El trabajo son todas las actividades productivas y reproductivas que realizamos para sostener la vida. El empleo es sólo una parte de ellas, es la parte contabilizada y mercantilizada, la parte visible del iceberg. En la parte menos visible hay una compleja combinación de conocimientos, competencias, tiempo, recursos y esfuerzo. Aspectos que ponemos en marcha para la cobertura de necesidades vinculadas con la alimentación, la vivienda, la educación, el cuidado de personas, los espacios sociales de voluntariado, las aficiones, la militancia o la participación social.
Si diferenciar empleo y trabajo es siempre necesario, ante la ausencia de empleo cobra especial relevancia dirigir la mirada hacia el trabajo. Igual que valorizar los conocimientos, competencias y contribuciones que cada persona desempleada sigue aportando para que la vida siga su curso. De esta forma, reconocer las habilidades personales, las aficiones, los conocimientos adquiridos fuera del ámbito laboral, las preferencias y motivaciones personales, aporta además ingredientes complementarios a la profesionalidad. Además, personaliza cada recorrido haciéndolo único e irrepetible.
En la parte visible del iceberg nos igualamos (y competimos) bajo etiquetas asociadas a titulaciones y puestos de trabajo predefinidos. Bajo el agua, no he visto nunca dos composiciones profesionales similares. Las múltiples combinaciones de ingredientes permiten la apertura de paisajes profesionales genuinos, diversos y más conectados con la esencia de cada persona.
Más allá de los títulos, las meta competencias
Sabemos que la salida del desempleo pasa por tener una base acreditada de competencias técnicas. Sin embargo, son muchas las voces que indican que, si bien tener una titulación y disponer de formaciones instrumentales es imprescindible, ya no es suficiente.
En un presente futuro del trabajo volátil, incierto, ambiguo y cambiante, la caducidad de los conocimientos instrumentales cede mayor valor a esa mezcla de competencias que perduran a lo largo del tiempo. Y que además están en la base de las relaciones, contribuciones y aportaciones que realizamos en el espacio profesional.

Según el Institute for the Future for the University of Phoenix Research Institute, los cambios disruptivos que enfrentamos como sociedad: la extrema longevidad, el incremento de máquinas y sistemas inteligentes, la digitalización, las redes y la conectividad global, requieren meta competencias que superan la dimensión de los conocimientos técnicos y se entremezclan con ellos. Habilidades como la transdisciplinariedad, la inteligencia social, el pensamiento de diseño, la colaboración virtual o la interculturalidad son algunas de las más relevantes.
Desde una perspectiva complementaria, Tony Wagner, del Harvard Innovation Lab, sintetiza las habilidades personales que sobreviven a los sucesivos cambios en el contexto económico y laboral. Son las 7 Survival Skills. Las habilidades más demandadas por quienes dirigen empresas o seleccionan personas y las que propone priorizar en los procesos de innovación aplicada a métodos y espacios educativos.

- Pensamiento crítico y resolución de problemas.
- Agilidad y adaptabilidad.
- Colaboración en red y liderazgo con influencia.
- Comunicación oral y escrita efectiva.
- Acceso y análisis de información.
- Curiosidad.
- Iniciativa.
La diversidad complementaria
Que múltiples voces coincidan en resaltar la importancia clave de las competencias transversales para el desarrollo profesional y la resolución de retos globales no implica que, en la práctica, esas competencias reciban una atención suficiente en los itinerarios formativos tradicionales.
En términos generales el desconocimiento es grande. Nos falta reflexión, autoconocimiento, vocabulario y herramientas con las que personalizar los diagnósticos y el entrenamiento en competencias.
Una herramienta probada, rigurosa y con resultados inmediatos es la metodología Roles de Equipo Belbin. Décadas de investigación y experimentación avalan su utilidad en múltiples contextos laborales. Personalmente, he podido probarla con decenas de grupos de personas en búsqueda de empleo y los resultados confirman su utilidad. Mediante diagnósticos de auto observación y observaciones externas, las personas consiguen un mapa personalizado de sus roles fuertes y débiles, contribuciones y tendencias de comportamiento en el ámbito laboral. La interpretación de los mapas en sesiones formativas grupales e individuales permite a cada persona elevar su autoconocimiento. También ampliar el lenguaje competencial y diseñar itinerarios alineados con los contextos laborales y estilos de trabajo más adecuados.
La metodología nos ha permitido trasladar discursos macro a procesos micro. Además de fusionar ingredientes visibles e invisibles de la profesionalidad. Y dotar de herramientas prácticas a cada persona para trabajar en entornos colaborativos, poniendo en valor la diversidad y la contribución complementaria.
La estrategia combinada dentro -fuera
Enfrentar el desarrollo profesional mirando exclusivamente al mercado de trabajo puede ser una estrategia incompleta. Para que no sea así debe ir acompañada de una mirada interna que ponga el foco en esa mezcla única derivada de los conocimientos adquiridos a lo largo de cada vida, las titulaciones, las experiencias profesionales y vitales y las competencias personales e interpersonales que nos caracterizan.
Definir estrategias basadas únicamente en la parte visible del icerberg, puede llevarnos a invisibilizar las dimensiones más singulares de nuestra profesionalidad. Así como a transformar la búsqueda de empleo en una estrategia competitiva en la que las personas construyen una “marca” para “venderse” y “competir” con sus iguales en el mercado.
La mirada combinada requiere conexiones internas y externas. Requiere remover conceptos, superar el viejo paradigma económico que instrumentaliza las personas como recursos al servicio del mercado y reivindicar el trabajo como espacio de colaboración y transformación social. En línea con la propuesta del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, la aspiración personal y colectiva no es tanto el empleo como el trabajo decente al servicio de las necesidades globales.

Por experiencia propia y ajena sé que las conexiones requieren tiempo y reposo. La primera inmersión no termina necesariamente en un dibujo definido del propósito profesional. Sin embargo, sí encamina en la senda de conectar lo que somos con lo que hacemos. Y esa conexión puede aportar un suelo estable sobre el que combinar competencias funcionales a lo largo de los 20-30-40 años de vida profesional restante.
Ofrecer este espacio de autoconocimiento y entrenamiento en algún momento de la vida profesional puede ser clave. Permite ampliar el espacio de desarrollo personal-profesional, aportar más a las organizaciones de trabajo y aportar más valor al entorno social en el que trabajamos.
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