Siempre me han llamado la atención las hormigas. Me sorprende cómo unos insectos tan pequeños son capaces de crear organizaciones sociales tan complejas. En sus colonias pueden convivir desde docenas de individuos hasta millones, llegando a colonizar extensos territorios. Se caracterizan por la división del trabajo en equipo, la comunicación y la capacidad para resolver problemas complejos. Son un ejemplo perfecto de trabajo en equipo. De hecho las colonias de hormigas son consideradas «super organismos», porque parecen comportarse como una sola entidad, trabajando colectivamente por el bien común.
Esta forma de organización del trabajo sin duda ha llevado a las hormigas a tener un gran éxito evolutivo. Entre el 15 y el 25% de la biomasa animal terrestre son hormigas y están presentes en casi todas las regiones terrestres del planeta. Esto demuestra el poder que puede llegar a tener el trabajo en equipo en cualquier organización, si se aplica con un método y una estructura.
Antes de conocer Belbin, creía que el trabajo en equipo era algo abstracto. Una palabra bonita, una utopía, algo más bien intangible. Los azares de la vida me llevaron a conocer la metodología Belbin de una manera muy íntima formando parte del equipo de personas que lo hacen posible. Para mí supuso una gran oportunidad y una revelación que quiero compartir con vosotros, por si al igual que esas hormigas que trabajan perfectamente sincronizadas, yo también consigo inspiraros de alguna manera.
La primera vez que escuché hablar de Belbin sentí que sintonizaba mucho con mi manera de ver y entender la vida. Enseguida lo comprendí e interioricé de una manera muy natural y tuve mucha curiosidad por leer y saber más de todo aquello. A medida que iba conociendo más, iba comprendiéndome mejor a mí misma y ganando autoconocimiento personal. Esto supuso para mí liberarme de una gran carga al comprender que llevaba mucho tiempo tratando de desarrollar mis debilidades, en lugar de enfocarme en mis fortalezas. Creía que si me esforzaba podía llegar a convertir mis debilidades en fortalezas. De hecho solo veía las debilidades, no valoraba mis contribuciones. Me exigía demasiado. Al conocer Belbin comprendí que podemos llegar a gestionar nuestras debilidades pero no podemos ser perfectos en todo. Ese camino solo nos genera frustración y nos convierte en perfectos mediocres. Aprendí a aceptarme a mí misma y a valorarme con todo, lo positivo y lo negativo. A creer firmemente que todos somos importantes y aportamos un valor especial y único. Y al aceptarme y centrarme en mis fortalezas pude sentirme más realizada y disfrutar mucho más de la tarea.
Recuerdo una sesión con unos jóvenes emprendedores impartida por mi compañera Lorea en la que les invitamos a jugar al Equipo Rescata de Cooperate. Tras intentar rescatar al cohete, solemos hacer una ronda de preguntas para que reflexionen un poco. Les preguntamos qué habilidades creen que son necesarias para lanzar el cohete. Después les preguntamos si alguno de ellos es excelente en todas. Es algo muy sencillo y a la vez muy revelador. Se comprende de golpe muy claramente la frase de Meredith: «una persona no puede ser perfecta pero un equipo sí que puede serlo». ¿No es maravilloso? No sólo te quitas un peso de encima. Ya está, no soy perfecta, ¿y qué? resulta que la humanidad es mucho más bella porque mi imperfección hace que te necesite y que trabajemos juntos y que dejemos de mirarnos el ombligo y pensemos en el otro. Juntos somos más fuertes, juntos siempre sumamos.
Algunas hormigas aprenden a desplazarse utilizando una hoja a modo de balsa y son capaces de construir un puente sujetándose unas a otras para que otras hormigas pasen por encima. Comprender y aceptar a los demás. Entender sus contribuciones. Este es otro gran aprendizaje que Belbin me ha enseñado. Ahora soy muy consciente del comportamiento diferencial de las personas y de que parten de necesidades y motivadores diferentes a los míos. Antes de interactuar con otra persona intento hacer el ejercicio de ponerme en sus zapatos para comprender por qué hace lo que hace. Y por qué eso que hace me molesta. Resulta que las personas que más nerviosas nos ponen son las que más necesitamos. Comprender esto me ha permitido mejorar mucho mis relaciones no solo profesionales sino personales. Entiendo que a veces una persona puede ser impulsiva e impaciente porque necesita alcanzar cuanto antes el objetivo, mientras que otra requiere mucho más tiempo para analizar las cosas y tomar la mejor decisión. Asi que cuando a veces estoy con mi pareja en una tienda y necesita una hora para elegir el mejor aspirador tomo aire y sonrío interiormente al ver asomar sus marcados roles de Monitor Evaluador, Finalizador y Especialista. No lo hace para fastidiarme. Es su manera de contribuir y es valiosa. Y finalmente me voy a casa con la absoluta certeza de que el aspirador que hemos comprado es el mejor en relación calidad / precio del mercado y hasta tiene una función especial para limpiar los pelos de nuestros gatos. Parece un chiste pero os aseguro que este ejemplo es 100% real 🙂
Con Belbin he aprendido que desarrollar nuestro talento y ser auténticos a nosotros mismos no solo es algo deseable sino que es vital tanto para nuestra felicidad personal como para el buen funcionamiento del equipo del que somos parte y de la empresa en su conjunto. Cuando estás en el lugar adecuado, haciendo las tareas adecuadas perfectamente alineadas con tus fortalezas te vuelves imparable porque haces lo que te sale de dentro y no existe contradicción. Disfrutas de lo que haces, te implicas, el tiempo «fluye» y das el 100% porque no te cuesta nada, es divertido. Sin embargo, cuando las tareas asignadas no encajan con tus roles todo se hace cuesta arriba y terminas desmotivado y frustrado. Esta revelación debería llevarnos a cuestionarnos si es buena idea “ascender a las personas hasta su nivel de incompetencia” o tomarnos a la ligera los procesos de selección. ¿Por qué insistimos en colocar a los peces para que trepen por los árboles?
Resulta obvio pensar que si hace falta un método para cocinar un pastel o para enseñar un idioma, también será necesario un método para trabajar en equipo. El trabajo en equipo ya hemos dicho que no es una utopía, no es algo intangible ni etéreo. Es real, tan real como las hormigas que cooperan para proteger a su colonia. Pero nosotros, más chulos que un 8, creemos que el trabajo en equipo surge de la nada, por generación espontánea. Elegimos una serie de personas y les decimos que hagan un proyecto en equipo. Así, sin receta, sin fórmula. Y obviamente no trabajan en equipo. Se reparten las tareas, las hacen individualmente y luego las juntan, como si se tratase de un collage mal pegado. No se comunican, no se coordinan, no aportan ni se enriquecen del otro. Surgen problemas, no hay compromiso, no hay sentimiento de equipo. Afortunadamente con Belbin tenemos un método y podemos aprender a utilizarlo para trabajar en equipo de manera efectiva. Y merece la pena probarlo porque cuando conseguimos trabajar realmente como un equipo los resultados siempre son excepcionales.
En mi caminar con Belbin he aprendido muchas cosas imposibles de plasmar en un solo artículo. He desbancado muchos mitos sobre cómo debe ser la organización interna de una empresa, su jerarquía o quién es el gerente ideal. He comprobado la importancia del liderazgo compartido y el potencial de los equipos multidisciplinares. Pero más allá de todo esto, lo que me llevo grabado en la cabeza y en el corazón son las personas con las que cada día trabajo y comparto tanto. Es un privilegio trabajar codo a codo con personas que llevan el espíritu del trabajo en equipo como bandera. Porque desde esa humildad, desde esa predisposición, desde esa unión que hace la fuerza, lo que sucede después es pura magia.
Como en cualquier colonia de hormigas, en Belbin tenemos nuestra reina, una mujer con un talento natural para detectar y potenciar las fortalezas de los demás, así como una amplia visión estratégica y una gran capacidad de trabajo. Si tuviera que definirla en tres palabras, serían: confianza, constancia, y entereza. Es una persona admirable también por su sabiduría e inteligencia, su humildad, su entrega y su comprensión y empatía hacia los demás. Es una auténtica hormiga que trabaja duro en la tarea y a la vez sabe cuidar de su familia. Y como en cualquier colonia, en Belbin tampoco nos falta la hormiga alegre y enérgica que conquista con su sonrisa hasta al mayor enemigo. Ella es social y optimista por naturaleza, le gusta dejar volar su imaginación y al mismo tiempo es capaz de impulsar al equipo con su fuerza para conseguir cualquier reto. Juntas hemos vivido todo tipo de situaciones, hemos llorado, hemos reído, hemos luchado, hemos caído y nos hemos levantado, siempre de la mano, siempre como un equipo. Trabajar con ellas día a día es un lujo y una suerte tremenda.
También he tenido el placer de trabajar de cerca con las hormigas formadoras de Belbin. Con ellas se cumple de nuevo la magia del trabajo en equipo cuando combinan el ingenio y la capacidad de adaptación de una con los elevados estándares de calidad y el pensamiento analítico de otra, creando una simbiosis perfecta. Gracias también a nuestras hormigas compañeras y colaboradoras de Belbin en todo el mundo, especialmente a nuestros equipos de Belbin Latinoamérica, por su trabajo y su ilusión diaria.
Por último una mención especial a nuestras hormigas de Belbin UK, siempre dispuestas a ayudarnos, a compartir sus conocimientos y a apoyarnos en todo. A todas ellas les agradezco sinceramente todo el cariño y el apoyo que me brindan porque me hacen sentir como si fuera mía la frase de Dorothy: «There’s no place like home».
No podía dejar pasar esta oportunidad ahora que me siento como una niña a la que acaban de regalar una pizarra y muchas tizas de colores, para expresar mi emoción y mi gratitud a nuestro querido Dr. Meredith Belbin, un hombre fabuloso que supo aunar sabiduría, ingenio y trabajo para darnos el magnífico regalo de comprendernos y valorarnos los unos a los otros y, por ende, ser mucho más felices.
Belbin me ha dado una visión más bonita del mundo al entender que el trabajo colaborativo no solo es una utopía sino que es una meta alcanzable. Tener evidencias científicas de esto, dado que el método Belbin está científicamente demostrado y validado por una investigación académica de casi una década y apoyado por el reconocimiento y aplicación a nivel internacional, es una revolución fantástica a la altura de aquella de Darwin y la lucha por la supervivencia. Por suerte esta vez, aplicar la teoría Belbin en nuestras vidas es aceptar una serie de valores que nos dan esperanza en que la convivencia fraternal es posible. Y eso es maravilloso.
Para terminar, solo me queda decirte gracias a ti, que estás leyendo estas líneas, porque tú también formas parte de esta colonia de hormigas de Belbin donde nos apoyamos y protegemos unas a otras. Gracias por esa llamada, ese e-mail, ese comentario en redes o esa experiencia compartida con nosotros. Gracias por ser el aire que llena nuestros pulmones para seguir trabajando con ilusión, granito a granito, para transformar la sociedad desarrollando personas, equipos y organizaciones para que sean mucho más sanas y felices.
Un cariñoso abrazo,
Responsable de Administración en Belbin