La cultura del lugar de trabajo puede ser difícil de crear, cultivar y cambiar.
Si lo haces bien cuando estás empezando, aumentarás el compromiso y los resultados, y contratarás a otras personas que se identifiquen con el ambiente positivo y ofrezcan algo nuevo. Si lo haces mal, te costará atraer y retener a gente buena, ahogando el crecimiento y la productividad.
Y este problema es más común de lo que crees. La tentación de contratar a personas de ideas afines o de modelar un directivo o empleado ideal a partir de un individuo de éxito puede tener efectos catastróficos sobre la diversidad, propagando determinados comportamientos a expensas de otros. Las organizaciones pueden llegar rápidamente a un punto en el que las contribuciones válidas e importantes son alienadas y expulsadas, porque «por aquí no hacemos las cosas así». A veces, un equipo -o incluso un individuo- puede encontrarse culturalmente en desacuerdo con el resto de la organización, fomentando la falta de compromiso o la competencia interna y aumentando la rotación de personal.