No es de extrañar que nos hagan un sinfín de preguntas relacionadas con los equipos. Preguntas sobre cómo gestionar la comunicación en el equipo, las interacciones que se producen dentro del mismo, las reuniones excesivas y sin sentido, los miembros no comprometidos, la falta de innovación del equipo…
Independientemente de la cuestión planteada, lo primero que preguntamos es: «¿Cuántas personas conforman el equipo?». La gente nos suele mirar extrañada, sin entender muy bien por qué es importante esa cuestión y responden: «18, 25, 14, 32…» o «Depende de quién esté en ese momento».
Uno de los fundamentos de los equipos y que se ignora en gran medida, es que el tamaño importa. Los equipos deben tener un tamaño limitado, ya que sólo deben contener personas seleccionadas específicamente por lo que pueden aportar al equipo en un momento determinado. Y las personas integrantes del equipo deben cambiar: los equipos deben ser fluidos y reactivos, y cambiar para garantizar que consiguen el propósito para el que han sido creados.